Hablemos de inflamación

La inflamación es una respuesta natural del cuerpo que nos ayuda a protegernos y sanarnos en casos de heridas, lesiones o golpes. Gracias a este proceso biológico el cuerpo se autoregenera y se repara a sí mismo. Sin embargo, cuando la inflamación se vuelve crónica, puede contribuir a una variedad de problemas de salud, incluidas enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y artritis. Afortunadamente, hay muchas formas de reducir la inflamación y promover a través de las buenas prácticas, una mejor salud en general.

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En este artículo, exploraremos qué es la inflamación, cómo puede afectar nuestro cuerpo y entregaremos consejos prácticos para reducir la inflamación de manera efectiva. Te puede interesar Terapias alternativas y complementarias

La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico del cuerpo a la lesión, la infección o la irritación. Cuando el cuerpo detecta un problema, desencadena una serie de respuestas bioquímicas diseñadas para eliminar el agente irritante y promover la curación. Esto, se manifiesta típicamente como enrojecimiento, hinchazón, calor y dolor en el área afectada ya que linfocitos y plaquetas acuden a la zona lastimada para repararla.

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Es gracias a este mecanismo que millones de seres humanos que nos antecedieron, cuando la medicina no estaba desarrollada de la manera en que lo está hoy en día, lograron sanar heridas y recuperarse de enfermedades sin atención médica.

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Este tipo de proceso se llama inflamación aguda y es una respuesta temporal del cuerpo a una situación específica. Por ejemplo, cuando te cortas el dedo, experimentas inflamación en la zona afectada mientras el cuerpo trabaja para sanar la herida. Una vez que se resuelve el problema subyacente, la inflamación desaparece.

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¿Por qué si es un proceso biológico y natural, que ha permitido la supervivencia de generaciones, parece ser que se ha convertido en un gran enemigo?

Cuando la inflamación se vuelve crónica, puede dañar los tejidos del cuerpo y contribuir al desarrollo de diversas enfermedades. Ese tipo de inflamación es de bajo grado, persiste durante semanas, meses o incluso años y, a menudo, es silenciosa ya que puede estar presente sin síntomas evidentes. Esto la convierte en una de las enfermedades más graves y mortales ya que no se diagnostica ni se le da tratamiento médico al paciente.

Este tipo de procesos inflamatorios persistentes están vinculados a una serie de enfermedades crónicas o degenerativas. Por ejemplo:

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Enfermedades cardíacas: la inflamación crónica puede dañar las arterias y contribuir al desarrollo de aterosclerosis, aumentando el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

Diabetes tipo 2: la inflamación crónica puede interferir con la capacidad del cuerpo para regular los niveles de azúcar en la sangre, lo que aumenta el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina y desarrollar diabetes tipo 2.

Artritis: la inflamación crónica en las articulaciones puede causar dolor, hinchazón y daño estructural, contribuyendo al desarrollo de artritis reumatoide y osteoartritis.

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Este tipo de inflamación se da a causa de una microbiota alterada, procesos infecciosos, estrés, producción de cortisol prolongado, alergenos del medio ambiente, el sedentarismo y una mala alimentación. Dado que toda inflamación crónica está relacionada directamente con los hábitos de vida, queremos darte algunos consejos para reducir la inflamación.

Adopta una dieta antiinflamatoria: opta por alimentos ricos en antioxidantes y compuestos antiinflamatorios, como frutas y verduras coloridas, grasas saludables como aguacates y nueces, pescado rico en ácidos grasos omega-3 y especias como cúrcuma y jengibre.

Limita los alimentos proinflamatorios: reduce el consumo de alimentos procesados, azúcares refinados, grasas trans y carne roja, ya que pueden aumentar la inflamación en el cuerpo.

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Mantén un peso saludable: el exceso de grasa corporal puede contribuir a la inflamación crónica. Mantén un peso saludable a través de una dieta equilibrada y ejercicio regular.

Haz ejercicio regularmente: el ejercicio regular puede ayudar a reducir la inflamación al promover la circulación sanguínea y reducir el estrés. Incorpora actividades como caminar, nadar, montar en bicicleta o practicar yoga en tu rutina diaria.

Reduce el estrés: el estrés crónico puede desencadenar una respuesta inflamatoria en el cuerpo, por esto, practica técnicas de manejo del estrés, como la meditación, la respiración profunda, el yoga o la terapia cognitivo-conductual.

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Duerme lo suficiente: la falta de sueño puede aumentar los niveles de inflamación en el cuerpo. Prioriza el sueño de calidad asegurándote de dormir de 7 a 9 horas por noche.

Mantén un estilo de vida activo: evita el sedentarismo y busca oportunidades para moverte a lo largo del día. El movimiento regular puede ayudar a reducir la inflamación y mejorar la salud general.

Evita el tabaco y el exceso de alcohol: fumar y el consumo excesivo de alcohol pueden aumentar la inflamación en el cuerpo y contribuir a una variedad de problemas de salud.

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La inflamación crónica puede tener efectos negativos significativos en la salud a largo plazo, pero hay muchas formas de reducirlo y promover un mejor estilo de vida. Al adoptar una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, reducir el estrés y mantener prácticas saludables, puedes ayudar a controlar la inflamación reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas. Recuerda consultar siempre a un profesional de la salud antes de realizar cambios significativos en tu estilo de vida. En nuestra IPS podemos ayudarte a través de la medicina funcional y las terapias alternativas, para que el dolor no sea un problema.

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